En un pequeño pueblo costero, vivía una niña llamada Luna. Desde muy pequeña, Luna había sido diagnosticada con autismo de grado 2. A menudo, se sentía perdida en un mundo que parecía no entenderla. Sin embargo, sus padres nunca dejaron de buscar maneras de ayudarla a comunicarse y a conectar con su entorno.
Un día, decidieron inscribirla en terapias con animales. Luna siempre había sentido una conexión especial con ellos; su risa iluminaba el lugar cada vez que acariciaba a un perro o jugaba con un gato. En las sesiones de terapia, aprendió a expresar sus emociones a través del cuidado y la interacción con los animales. Con cada ladrido y maullido, su mundo se llenaba de colores.
Además de las terapias con animales, sus padres la llevaron a clases de surf. Al principio, Luna se mostraba reacia al agua, pero poco a poco fue descubriendo la magia del océano. Con la ayuda de su instructor y una tabla adaptada, comenzó a deslizarse sobre las olas. La sensación del agua salada en su piel y el viento en su rostro le daban una libertad que nunca había experimentado antes.
Un soleado sábado por la mañana, mientras navegaban en una pequeña barca familiar, Luna estaba emocionada. Sus padres habían preparado una sorpresa: un paseo por la costa donde podrían ver delfines saltando en el horizonte. Mientras remaban suavemente, Luna miró hacia el mar y sintió cómo el sol acariciaba su rostro.
De repente, recordó lo que había aprendido en sus sesiones de terapia equina: las vocales. Con una sonrisa tímida pero decidida, comenzó a repetirlas en voz alta: "A", "E", "I", "O", "U". Sus padres se miraron sorprendidos y llenos de alegría; era la primera vez que escuchaban a su hija hablar así.
Luna continuó repitiendo las vocales mientras el barco avanzaba lentamente por el agua. Cada sonido era como una melodía que resonaba en el aire fresco del mar. Sus padres la animaron con aplausos y sonrisas radiantes. En ese momento mágico, Luna comprendió que estaba siendo escuchada y comprendida.
Las terapias habían hecho maravillas por ella; no solo había aprendido a comunicarse mejor, sino que también había encontrado formas de disfrutar del mundo que la rodeaba.
Este escrito sacado de la experiencia de un anonimo en la red refleja el porque no me cansare de la lucha para conseguir financiar estas terapias desde pequeñita, es muy importante empezar cuanto antes pero son terapias caras y necesitamos ayudas, ¿ puedes ayudar a Amira?
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